Equinocio: me gustaría escribirlo Equinoccio. Equilibrio entre día y noche, doce horas para ver el sol y otras doce para dejar que las tinieblas nos envuelvan. Lo peor del equinocio de otoño es que «se nos va perdiendo el sol», se nos pierde la luz, y que importante es la luz para la innovación. En realidad, innovar es «dar a luz», «sentir la luz», iluminar el entramado de la vida.

Ahora se nos va la luz, en el hemisferio norte, claro. En el sur es al revés. Vamos a pasar unos meses perdiendo intensamente luz …. hasta que lleguemos a nueve horas aproximadamente nada más, y bastante oscuras, porque las nubes estarán más presentes. Es el tiempo en que los días se hacen cortos, y uno se «enroca», y a veces, se deprime. La luna de septiembre, ésta que está casi en nosotros, nos aboca a la lluvia, al frio, a la nieve, a las nubes gris oscuro, al paisaje blanco u oscuro, en blanco y negro.

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Dos colores son pocos. Se necesitan más para innovar. Por eso, yo recomiendo que esta sea una época en que nos preparamos para que cuando vuelva a renacer la luz, a partir del solsticio de invierno, podamos poner toda la energía que nos llegará y nos dará la oportunidad de «dar una nueva vuelta de tuerca» a nuestro entorno. Para innovar es mejor a partir de mediados de enero, por algo los chinos empiezan por ahí su año. ¡Menuda cultura!.

La receta que propongo es: si quieres innovar a partir de febrero, preparate de octubre a diciembre-enero. Si ahora no aprobamos los proyectos, si ahora no los pensamos, nos pillará el toro «otra vez», y cuando queramos reaccionar poniendo en marcha nuevas cosas …. ya será tarde …. y nos volveremos a meter en el calor y ….. no, el calor tampoco es bueno más que para ir a la playa.

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