Innovación peluquera (vivurbanas 2)

El sábado fuí a cortarme el pelo. El peluquero es un hombre muy serio, muy formal, creo que argentino, corta bien el pelo, pero no habla de nada, sólo lo imprescindible. Parece mentira teniendo en cuenta su origen. Recuerdo que cuando mi padre se iba a cortar el pelo, se hablaba mucho, sobre todo, de futbol, pero también de otras cosas que ocurrían. A mi me encantaba ir con él a la peluquería. Lo cierto es que era tan calvo como yo, y a veces me preguntaba porqué iba tanto a la peluquería, pero yo creo que lo importante era la tertulia. Él era un personaje y le encantaba hablar, compartir, aportar cosas diferentes.

(Innovación – Aldebaran Innovation)

Después me fuí al hipermercado, compré las viandas de la semana, y volví a casa, y me encontré con un blog que anunciaba una peluquería realmente cachonda, con unas chicas en plan far west. Supongo que al menos estarás atento y no podrás despistarte mientras te cortan el pelo. No sé si esa es la línea de innovación. A mi me va más que el peluquero hable, o te dé oportunidad de hablar. En uno de mis viajes, encontré uno extraordinario en Canoa Quebrada, al Nordeste de Brasil, un tipo encantador, un auténtico `cabaleireiro´brasileño. Me contó toda su vida, que había sido muy accidentada e interesante. Volví dos años después, pero ya se sabe, «nunca segundas partes son iguales», y aunque fue todo lo amable que yo recordaba, no fue igual que la primera vez. Realmente las peluquerías son un lugar de encuentro, un lugar donde la comunicación es posible. Siempre hay algo de que hablar. Se podían montar espacios de innovación en peluquerías, creo que serían muy productivos y emprendedores.

Hubo también una película que me encantó, una francesa, creo que se llamaba «El marido de la peluquera». También las peluqueras tienen su encanto.

Quiero decir también que antes las peluquerías se llamaban barberías. La gente se iba a afeitar más que a cortar el pelo. Con aquellas navajas de barbero. Si alguna vez me han afeitado, siempre tuve un cierto recelo, tal vez pensando en «El Perro Andaluz» de Buñuel.

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