Ritmos para el aprendizaje: los ciclos

Es conveniente cambiar de estrategia y enlazar la formación y el aprendizaje -como tarea permanente- con la mejora continua y aplicada, conferirle un ritmo continuo, pero con pausas a la formación; la que lo acerca al puesto de trabajo, etc. Hacer de la formación algo práctico, constante, duradero y estratégico: un planteamiento que acentuando su practicidad y llevándolo más cerca del desempeño, se programa como un proceso continuo y a largo plazo, y que además, enseñe métodos y técnicas que lo permitan el autodesarrollo y la innovación continua. Por ahí es por donde quiere y puede avanzar el aprendizaje en/de la experiencia.

El aprendizaje en la experiencia aconseja unos ritmos formativos. Es preciso y conveniente combinar presencias con ausencias (Esta es la fórmula que nos permite acercar el aprendizaje al objeto de trabajo, al puesto de trabajo, ya que la que denomino “ausencia”, lo que significa es una ausencia del aula, pero una presencia activa y en aprendizaje en el puesto de cada uno, es decir, allí donde puede ser efectivamente positiva la formación. La adaptación a la realidad cotidiana es la aspiración de un tipo de formación de estas características), montar un proceso continuo, un proceso de aprendizaje donde se programan acciones en el aula, que tienen una continuidad en el puesto de trabajo, y que vuelven a reintroducirse en el aula y vuelven a llevarse y rehacerse en el puesto de trabajo y así sucesivamente. Esto es lo que llamo un ciclo productivo.

Cada acción formativa tiene su ciclo productivo. No todos tienen la misma intensidad, ni la misma extensión. Pero lo que aseguran es que el aprendizaje es efectivo, porque se aplica y el profesor y el grupo de formación supervisan el proceso y resultados de la aplicación práctica en el puesto.

Por tanto, un ciclo productivo es un espacio temporal en el que se aplica el proceso de aprendizaje y se asegura la implantación de mejoras, derivadas de la realización del ciclo. Un ciclo normalmente tiene entre 3 y 7 reuniones de formación en presencia, cuya extensión puede variar entre media jornada y jornada y media cada una.

Un ciclo corto -aconsejado cuando ya se tiene más de una experiencia anterior en la aplicación del proceso- puede consistir en 2-3 reuniones de aprendizaje formativo basado en la experiencia, con un mínimo de 16 horas lectivas directas y al menos otras tantas indirectas -en/desde el puesto de trabajo- y un máximo de 32 horas directas en el aula.

Un ciclo de larga duración -aconsejable para proyectos complejos y acciones interempresariales que toman por primera vez contacto con este tipo de experiencia- puede consistir en 6-7 reuniones con un mínimo de 40 horas lectivas en aula y un máximo de 64 horas. En consecuencia, no hay un ciclo universal, sino que depende del tema de trabajo, de su novedad, de la experiencia previa de los participantes, y de muchos aspectos más que es preciso cuidar.

En cualquier caso, un ciclo tiene unas horas lectivas directas, de presencia, y se combina con un proceso complementario en ausencia, aproximadamente de la misma dedicación en tiempo necesario.

El trabajo fuera del aula se realiza interconectando vía correo electrónico -mejor mediante Internet- a los participantes, con objeto de que mantengan vivos sus temas e intercambien información, opiniones, datos y, sobre todo, mejoren los puntos de partida de cada uno, a través de un proceso continuo y complejo de intercambio de información y de apoyo mutuo entre los participantes y entre estos y el monitor, todos como un grupo virtual que trabaja en la distancia, y por tanto, no rompe el proceso formativo. Así, un ciclo corto puede durar de 2 a 3 meses, y un ciclo largo, de 6 a 10 meses.

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