Este año uno de los motivos de ver futbol era ver cualquier partido del Barça. No todos han sido buenos, ni todo el tiempo de juego, pero hemos visto jugadas espectaculares, y mucho más que por su espectacularidad misma, sino por el trenzado, por la interrelación entre las partes, por la combinación y cooperación entre todos. Acaba desmoralizando a los contrarios, como le pasó al Manchester. Cuando llegaba a recuperar la pelota, no sabía muy bien que hacer con ella, porque «no la veían», es como si la tuvieran prestada y no fuera suya, cuando estaba en sus botas. Te acaban aburriendo, porque no las ves. Este año sólo le ha aguantado un equipo que no es de mis preferencias porque cuando juega, es muy cutre, el Chelsea.

Hay equipos, como el Chelsea que aunque tengan los mejores jugadores, sus partidos no son más allá de lo práctico y además, actúan con poca deportividad, se cabrean fácilmente si no consiguen sus objetivos, son un poco «bufones», como decíamos en mi tierra de aquellos que cuando ya no tenían nada que hacer, se dedicaban a dar patadas o a insultar o a molestar, en vez de valorar y disfrutar con el buen futbol del contrario. Algo de eso tiene también el «Cristiano» ese, que se mira demasiado el ombligo, y no le gusta perder y pierde mal. A nadie le gusta perder, pero hay que saber hacerlo. Reconozco que el Cristiano es un jugador muy efectivo, pero no me gusta, no me gustan sus formas, ni tampoco su forma de «pasar por encima» del contrario, es, en mi opinión, muy poco deportivo, hasta en su forma de tirar faltas o de driblar. Y no es finalmente muy rentable para aquellos equipos que han de trabajar en grupo, como es el caso de su selección. Hace años, antes de que él fuese el amo de su selección, Portugal practicaba un futbol colectivo que era la admiración de Europa y del Mundo. Ahora, ni siquiera logrará clasificarse para el mundial, y desde luego, practica un futbol de muy pocos kilates, eso tiene que ver con el narcisismo del colega Cristiano. Y es lo mismo que quiso hacer en la final de Roma, hacerlo él todo y sólo, egoista y sin contar con nadie, quería toda la «gloria» para él. Y así no se forja un equipo.

Esa es la gran ventaja del Barça actual, tiene unos jugadores que saben asociarse a partir de ese fenómeno nunca suficientemente valorado que es Xavi, que además, trabaja siempre para el equipo, para el grupo, y sin necesidad de «salir en la foto». Lo que menos busca es eso, sino ser útil a los demás. Es cierto que Xavi sólo tampoco cambia un equipo, pero resulta ser el centro operativo de ese equipo. Xavi tiene complementos maravillosos, que lo hacen mejor, porque él los hace mejores. Xavi podría mejorar cualquier equipo. Está en la mejor etapa de un jugador de medio campo: tiene la madurez necesaria, y sabe estar en el campo. El pase a Messi en el segundo gol es una muestra de cómo se pasa al hueco: perfecto.

Otro jugador central en el Barcelona actual es E´too, aunque no sé porqué razones no es suficientemente remarcado. Su trabajo es impresionante y sus cualidades técnicas mucho más sobresalientes que lo que normalmente se le atribuye. El primer gol de la final, fue una gran demostración de su facilidad de desmarque, su capacidad de dribling, su tremenda resolución de cara al gol. Dejó a todos «pasmados», incluido el portero. Pero es que E´too tuvo en jaque a la defensa inglesa todo el tiempo, no les dejó pensar. No entiendo, más que en términos cutres, que lo quieran traspasar, para ganarse una pelas.

Por supuesto, me entusiasma Messi. Es el complemento perfecto de Xavi y de E´too. Hizo un gol memorable, sobre todo para «un bajito», pero es que el futbol siempre ha sido nuestro, de los bajitos. Habilidad, rapidez, técnica y otras cosas es lo que supera el físico, la fortaleza y la energía de «los altos», que ahora en general son casi todos en el futbol. Pero los bajitos siempre han sido los super-extraordinarios. Como mucho de 1,75 ó asi. Pero mejor cuanto más bajos.

En este post quería resaltar sólo aquellos que me parece que no siempre son los más resaltados, cuando tienen el mérito de saber hacer grupo, de saber construir espacios de innovación y aprendizaje, de una forma que realmente es admirable, porque jugar con los pies básicamente y con cabeza ocasionalmente, es un arte especial y que hay que vivirlo y hay que haberlo intentado y visto lo difícil que es, para llegar a valorarlo en toda su extensión.

Siempre he dicho que el futbol es un deporte que nace de la pobreza, que se hace en los barrios bajos, que se construye con ilusión, pasión y trabajo, y que es más admirable si cabe porque sus orígenes y su desarrollo demuestran que los «bajitos», los «desposeídos», y los «marginales» tienen mucho que decir respecto a la vida, al arte y a la innovación. Y frente a las tácticas, jerarquías y equipos, forjan genialidades, creatividad, innovación y sobre todo, son capaces de ser grupo y saber hacer horizontal, lo que todos las instituciones quieren convertir en vertical.

El futbol, cuando se juega como lo hace el Barça, se convierte en lo que realmente es: un juego maravilloso, rico en variedad, apasionante y nacido de la necesidad, de la escasez y forjado en una impenitente competencia por superar las condiciones injustas de las colectividades donde se desarrolla. Por algo los grandes del futbol, los que nos han hecho disfrutar de su espectacularidad, han sido países menos ricos, y con jugadores nacidos en barrios extremos, como Brasil o Argentina, o ahora África. El futbol es precioso cuando se hace grupal, cuando se hace democrático, cuando se hace intercomunicado, cuando se construye como un conjunto. Y puede ser espectacular, pero menos bonito, cuando se hace a partir de líderes demasiado líderes, franquicias que dicen los USA. Los franquicia acaban «cargándose» los equipos, porque se creen super-men y no una parte de un conjunto. Todos tienen que trabajar para ellos, y ellos no trabajan para el resto. El resto confía en que el superman de turno les resuelva los problemas, y dejan parte de su saber y de su libertad en sus manos, aportando mucho menos de lo que valen. Sólo cuando los líderes son participativos, juegan para los otros, tienen la humildad suficiente para construir conocimiento, las cosas pueden ser diferentes, y esos mismos líderes parece que no lo son, porque son más auténticos, y aunque sean menos valorados, ellos lo prefieren, porque son así. Es el caso de Xavi, que es central en el engranaje del Barça.

Me gustan los equipos que juegan así, plano, con todos y para todos. Nos gusta a todos. Es otra forma de hacer futbol, que casi nunca se puede admirar. Ahora estamos de suerte, porque podemos contemplarlo, igual que lo hicimos en otras épocas con equipos como el famoso Ajax o el Milán que ganó al Barcelona en Atenas o el Brasil de tantos campeonatos o la Hungría de 1954, equipos que han sabido combinar trabajo, esfuerzo con interdependencia y comunicación, y que aunque tenían figuras, éstas no eran tan relevantes como para que el conjunto se desvaneciera o se desresponsabilizara porque ya el superman de turno iba a resolver las cosas. Es difícil conseguir ese equilibrio: se da pocas veces en cualquier historia. Normalmente hay muchos Ciros, muchos Gengis Khan, muchos Bush, ……. muchos más que Xavis, o ciudades griegas o ……. Me gustan los líderes que no se notan, permiten que los grupos, compuestos siempre de personas tremendamente interesantes, puedan vivir su propia libertad y aportar juntos unos procesos y unos resultados excelentes. En eso consiste innovar, tal vez por eso, por su relativa sencillez y humildad, no es tan frecuente como la siempre realzada creatividad. Prefiero la innovación, es más humana, y sobre todo, más democrática, más de todos.

Y no me enrollo más.

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