«¡Es la Educación!» es un interesante artículo de fondo de la edición de hoy de El País. William Chislett nos conoce bien, y utiliza datos que debían de ser objeto de una reflexión profunda para darnos cuenta de lo que ha sido y es nuestro sistema educativo y, añadiría yo, lo que seguirá siendo, porque las fuerzas que lo configuran como «actor secundario» en nuestra cultura social es más que probable que sigan consiguiendo frenar cualquier intento de cambio, por el que, por supuesto, tampoco están los que gobiernan.

Si, hay que gritarlo, nuestro sistema educativo es muy deficiente, «de allá abajo de los Pirineos», y lo es en muchas cuestiones. Y esto es definitivo a largo plazo, porque una sociedad del conocimiento se forja sobre la base de conocimiento, y el conocimiento no es sólo suma de memorizaciones técnicas, sino algo más, algo que en las formas es plenamente decepcionante para desarrollar un espacio de conocimiento. Muchas son las razones, y algunas están muy bien expresadas y combinadas en el artículo de Chislett. Como casi siempre citar puede ser incómodo para los lectores, es mejor reproducirlo y si alguien tiene ganas que lo lea. No he reproducido más que una parte, la última, aunque todo el artículo vale la pena leerlo.

Reproduzco:

«A mi modo de ver, la clave para la creación de un modelo más sostenible, y que no genere tanto desempleo cuando la economía va mal, reside en una mejora del sistema educativo español, y esto es algo que tardará un tiempo en hacerse y una década en notarse.

Los políticos quieren resultados en el corto plazo. Es lamentable que sólo ahora, a raíz de la crisis de la construcción, se haya puesto de moda entre la clase política hablar de la necesidad de moverse desde el ladrillo al ordenador. Algo muy diferente hubiera ocurrido si esta moda se hubiera extendido durante el boom económico. La afirmación de que España no hubiera llegado a donde está hoy con el Partido Popular en el poder es muy dudosa (de hecho, el auge de la construcción empezó con el PP, que no hizo nada para cambiar el modelo económico y poco para mejorar la educación en sus ocho años de gobierno).

España es el único país europeo que ha generado mucha riqueza durante un largo periodo, a la vez que una tasa creciente de fracaso escolar. La proporción de estudiantes que no terminan la ESO, según las últimas cifras disponibles (2007), es del 30,8%, el doble de la media europea. Un factor que ha contribuido a esta situación ha sido la facilidad, hasta 2008, de encontrar un trabajo en la construcción o el turismo sin necesidad de haber finalizado los estudios.

Es de suponer que la recesión cambiará esta tendencia, vergonzosa para un país desarrollado. En 2007, sólo el 61% de los jóvenes entre 20 y 24 años tenía un nivel de formación al menos de enseñanza secundaria superior, seis puntos menos que en el año 2000 y muy por debajo del promedio europeo (78%). Es cierto que la llegada de inmigrantes ha influido en estos dados, pero menos de lo que se piensa.

En España, según el Informe PISA, menos de uno entre 20 jóvenes de 15 años alcanza un conocimiento elevado en ciencias -como en México y Turquía-, frente a casi uno entre cinco en Finlandia, donde, por cierto, hay muy pocos colegios privados. Y en lectura, sólo el 1,8% de los jóvenes españoles de 15 años alcanza el nivel alto, lo que supone el peor resultado después de México.

¿Es que los alumnos españoles son más tontos que los de otros países? No lo creo. Algo tendrá que ver esta situación con el sistema de aprender a fuerza de repetir y memorizar, en lugar de mediar un análisis crítico. Y también el bajísimo nivel de los contenidos y la falta de autoridad del profesor. No se puede aprender si el profesor no recibe ninguna consideración por parte del alumno ni de su familia, y si el sistema además lo deja desprotegido ante cualquier abuso.

La tasa de abandono en la universidad es también alta y pocos aprueban el curso completo en el tiempo debido. Hay seis convocatorias para superar un examen, más la extraordinaria. ¡Vaya incentivo para estudiar!

Así que los universitarios españoles entran el mercado laboral con 24 años o más (21-22 en Reino Unido). Y el 22% de los mismos ocupa un empleo de nivel de calificación inferior al título obtenido, frente al 13,2% de los países de la OCDE. Y no hay ninguna universidad española entre las primeras 150 de la lista que se confecciona cada año en la Universidad Jiao Tomg de Shanghai.

¿Cómo espera España crear una economía basada en el conocimiento con estos niveles educativos? El país está pagando un alto precio por su ignorancia. El debate político sobre la educación está ciegamente enfocado a temas de menor importancia (no digo que no la tengan), como la Educación para la Ciudadanía y lo que la Iglesia llama el «fundamentalismo laico» en las escuelas, en vez de preguntarse por qué hay tanto abandono escolar.

La educación en España se ha convertido para los políticos en una especie de confrontación futbolera y hasta que esto no termine y todos remen en la misma dirección, crear una economía del conocimiento seguirá siendo un sueño imposible».

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3 comentarios en «¡Es la educación!»

  1. Sin duda, en el fondo está la educación, pero otra educación, otro modelo educativo -no otras leyes-, sino algo que no se puede conseguir en un plis-plas. Sorprende lo poco participativos que son los espacios educativos, y sin embargo, lo jerárquicos y conflictivos que llegan a ser.

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