«La razón que ignora a los seres, la subjetividad, la afectividad y la vida, es irracional» dice Edgar Morin.

Una frase que podría tener muchas contra-frases y sobre todo, muchas preguntas: ¿Cómo es posible olvidar lo que somos y lo que son los que nos rodean? ¿Cómo es posible seguir pensando en términos de «objetividad», y aludir a la misma objetividad con insistencia y como resistencia, cuando sabemos que como mucho es posible la inter-subjetividad, pero muchas veces no pasamos de la propia subjetividad -¿alguien se ha preguntado como se formulan las teorías que han hecho avanzar por ejemplo a la astronomía o a la antropología, por poner dos ejemplos?-, y sobre todo, ¿cómo es posible alejar la razón de su coherencia con la vida y los sentimientos?. Sólo la prepotencia y la locura del poder nos pueden llevar a lo que es en buena medida la ciencia-tecnología dominantes.

La frase de Morin me recordó «Racionalidad e irracionalidad» de Maurice Godelier, libro que leíamos los estructuralistas hace cuarenta años.

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