Sobre circulos y espirales

“En el círculo se confunden el principio y el fin” Heráclito de Éfeso

“La descomposición de todo gobierno comienza por la decadencia de los principios sobre los cuales fué fundado” Montesquieu

Menos mal que los principios decaen, según Montesquieu, porque de esa forma, el círculo es un imposible, sólo una quimera en manos de las fuerzas trasnochadas. Porque, como dice muy bien Heráclito, el circulo ni empieza ni acaba, y se confunden principio y fin.

No me gustan los círculos, ni tampoco las ideas que implican o se amparan en los círculos. Casi siempre me parecen viciosos, lo que está en su propia definición, porque si se entra no se sabe como salir, como ocurre con los centros comerciales; y nunca virtuosos, a pesar de que sus defensores quieran demostrar que lo son.

Ya he contado otras veces que soy partidario de las espirales, que no sólo pueden cambiar de formas y hasta idear formas nuevas, sino de cantidades (esto es lo único que puede hacer un círculo ser menor o mayor).

Esa gente que piensa que “esto siempre ha sido así”, o “qué pena que las cosas no sean como eran”, no me gustan, porque viven en una idea que no se corresponde con la realidad cambiante que declara el mismo Heráclito. Y como todos los que viven en “ideas fijas” -que es tal vez, aunque lo dudo, lo único que puede seguir siendo igual-, acaban reflejando su frustración porque las cosas cambien, cuando la naturaleza, de la que ellos son producto, cambia, ya lo creo que cambia, evoluciona, y a veces, hasta se transforma radicalmente. Ese miedo al cambio … solo podría comprenderlo en alguien super-explotado en el sistema capitalista vigente, y que dice: “que me quede como estoy”, porque lo cierto es que seguro que si le va mal, le va a ir peor. Pero ese sería, por mi parte, sencillamente un deseo más, una fantasía más, pero no la realidad que continuamente nos sorprende en su continuo devenir.

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Es indudable que no soy una persona optimista, sino más bien crítica … y consecuentemente, tiendo a ver cuestiones que otros pasan por alto. La circularidad de las ideas es algo difícil de controlar y cuanta más crisis y depresión, más circularidad y regresión. Estamos, por una parte, la principal, en una mala época, porque parece que “todo va mal”, aunque no todo vaya mal, pero lo parece, y ya se sabe la mujer del cesar no sólo tiene que ser, sino parecerlo. Y las cosas están realmente muy complicadas. Yo, al menos, estoy preocupado. Tal vez es que estoy padeciendo haber cumplido años recientemente o que ya son muchos, o que las noticias, para ser noticias, han de ser malas …. porque sino no te inquietan lo bastante para que las leas y eso lo saben los que manejan los medios de comunicación, que hasta tienen que crearlas y difundirlas mintiendo, como ha ocurrido con el caso de Murdoch en Gran Bretaña. En fin, sea lo que sea, que no siempre y para escribir es preciso hacerse un psicoanálisis, la circularidad de las ideas en este momento me espanta, tengo sensación de regresión, de que las ideas se repiten demasiado intensamente, y que muchas han perdido poder de convicción, lo cual nos lleva a una sociedad dominada por determinantes ideológicos regresivos, circulares, que quieren repetir nostálgicamente un “pasado mejor”. Y aún encima las alternativas son pocas … porque el discurso de transformación, de progreso, está obsoleto y no tiene referencias sociales indudables. Las “izquierdas” ya no son izquierdas; la intelectualidad está plenamente vendida -¿alguna vez no lo estuvo?, no puedo juzgarlo, porque mucho de lo que te llega para hacerlo está escrito en libros que escribieron los mismos que eran protagonistas en esa época-. Cuando aparece una excepción es “fagocitada” por el pensamiento único y transformada en un lateral del pensamiento dominante, que hasta en muchos casos es transfigurado y quemado en la noticia, en la tensión de la noticia. He llegado a la conclusión de que sólo se puede hablar en pequeños grupos, en grupos de alumnos, en grupos de profesores, en grupos mínimos …. ¿no estaremos ya cerca del Farenheit 451? Indudablemente, los círculos me llevan a un pensamiento excesivamente críptico. Que le vamos a hacer, es lo que hay.

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Si uno funda o empieza algo y no funciona, está claro que no era lo que se necesitaba o no se vendió bien la idea o no era lo más adecuado en ese momento, o se había adelantado a la necesidad o ya no era necesario …. en fin …. si no funciona el planteamiento inicial …. enseguida funcionará mal. Pero un buen funcionamiento no garantiza un buen producto o una buena empresa, o como dice Montesquieu, un buen gobierno. Sólo quiere decir que las cosas han funcionado, han tenido éxito. Lo que tiene éxito no tiene que ser mejor, sólo tiene éxito, es decir, sobrevive lo suficiente para que sea tenido en cuenta como relevante.
Y es más, puede ser que aún funcionando y hablando mucha gente bien de él, las cosas no sean ni para siempre, ni se sepan cambiar, porque cambiarlas es como cambiar el modelo original, por lo que los miedos se convierten en dominio público y sobre todo, por aquellos que gracias a esos principios han logrado lo que han logrado, y por tanto, no quieren cambiarlos. Un mal planteamiento, que sirve a muchos intereses o que esos intereses han logrado “aclimatarse” a sus “bondades”, puede convertirse en circularmente imposible de cambiar …. porque parece que nadie se atreve.

Esto es lo que está pasando entre lo que tenemos de principios constitucionales y la realidad social … un abismo entre ambas, pero un porcentaje altísimo de la población no quiere complicarse la vida …. y prefiere dejar a los que han sabido aprovecharse de esa coyuntura y de esos principios, dejarlos seguir con ellos, antes de padecer un cambio .. que en algunos casos muchos piensan que aún puede ser peor, como ocurre con tantas leyes que se reforman “para peor”. La indignación no es la respuesta más que provisional, porque lo que necesitamos es alternativas, reinvención del Estado y hay muchos que piensan que “no es el momento”, y otros que no se atreven, porque en el fondo piensan que viven mejor que cuando no teníamos esos principios, y esa es la cuestión. Queremos que las cosas mejoren sobre bases bien poco sólidas, unas bases franquistas que si analizáramos con un poquito de ciencia -y no tan impregnados de ideología y de intereses- nos daríamos cuenta de lo poco que han aportado a nuestra convivencia.

Es preciso reinventar el Estado, y para reinventarlo, mejor quitarse el re y ponerlo en inventarlo, y mejor no hacerlo con el estado, sino que sean los pueblos los que lo renueven e innoven. El Estado hace ya mucho tiempo que sólo es poder y gasto, dominación y reproducción de intereses dominantes …. y todas las instiuciones que ha creado, y que son las que hacen que queramos seguir pensando en términos circulares o nostálgicos.

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