Cooperar y escuchar: aprendiendo de las interrelaciones (3)

Ya tenemos unas áreas estratégicas para desarrollar nuestras competencias y capacidades. Hasta ahora hemos escrito sobre la necesidad de aprender a cooperar, a trabajar con otros, a respetar al otro, …. y también hemos presentado nuestro segundo aprendizaje estratégico para profesores, directivos, líderes o coordinadores en general, y también para todos: aprender a escuchar y a tener paciencia escuchando a otros, y aprendiendo de ellos, no pasivamente, sino activamente, sabiendo que lo que el otro dice nos ayuda a pensar, o más bien a repensar y de esa forma deconstruir nuestro pensamiento, y tal vez lograr dar un paso innovador hacia una nueva síntesis provisional.

Escuchar activamente, igual que cooperar, ser grupo y a la vez persona, son materias de aprendizaje que tendrían que ser obligadas, a partir de una experiencia con supervisor que llevase a que cada uno llegase a una metodología de trabajo y de vida más avanzada de la que ahora, en el nivel en que estemos, poseamos.

Bien, ¿cómo relacionamos cooperar con escuchar?. Ambos aprendizajes tienen tantas interrelaciones que es difícil mostrar una, porque parece que las demás no son importantes. Si aprendemos a cooperar inmediatamente nos encontraremos con la escucha activa.

En un grupo, todo es escucha activa. Si en un grupo de trabajo, escuchas para contestar o para criticar, y no para avanzar, el grupo te acaba aislando, y no «saldrás» en la foto, o serás sencillamente un personaje relativamente marginal en el grupo, no integrado en su diversidad.

Respetar al otro, es en gran medida saber escucharle, saber comprenderle, saber sumar sobre lo que dice, saber incorporar la parte coincidente para reforzar nuestros argumentos, pero no tanto para imponer nuestro discurso, sino para ayudar a que el discurso de todos siga su ruta hacia su perfeccionamiento. Escuchar respetando es uno de los fundamentos de un grupo.

Si no sabemos trabajar en grupo es precisamente porque «no queremos» o «no sabemos» escuchar, y queremos salir en la foto por delante del otro, o pensamos que lo que dice es una tontería o hasta que lo que dice ya lo sabíamos, y es un pesado y lo ha dicho primero, con lo cual tal vez nos cabreemos por ello y hasta lo bombardeemos -nuestro propio discurso, que curioso-.

Escuchar y estar concentrado en escuchar, no en tomar notas, es básico para el desarrollo de un grupo. En el grupo de trabajo operativo trabajamos con un observador rotativo, que ha de experimentar y aprender a escuchar y a transformar la escucha no sólo en una observación de datos correlativos, sino transformar esos datos en un discurso, en el discurso que ha ido forjando el grupo a lo largo de su interacción.

En un grupo, todo el mundo ha de aprender sobre todo a observar, es decir, a escuchar, y a transformar en discurso, lo que en principio son sólo fragmentos, muchas veces no fácilmente interrelacionables a simple vista. El papel del observador se basa en la escucha activa, y luego en un tercer nivel de aprendizaje que trataremos más adelante: saber analizar e interpretar, conocer los resortes básicos del método científico y de las formas de llegar al conocimiento.

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