Capitalismo: sus muchos límites: 1. Su hoy inmediato y urgente

Se me ha ocurrido escribir sobre algunos límites del capital poco comentados y que en gran medida, se pueden relacionar con los puntos cardinales.

Primero, el capital no tiene ni pasado ni futuro, sólo un hoy inmediato, un hoy apresurado, no vive ni siquiera el día a día, sino el hoy sucesivo. Le va bien lo del carpe diem, pero llevado a las últimas consecuencias. Por eso, en el capitalismo es tan difícil planificar, ni siquiera prever. Poco sirve el análisis, por eso muchas de las perspectivas analíticas que utiliza tienen más de magia que de conocimiento o ciencia -y si no me creen, miren lo que hacen los asesores bursátiles y díganme que no es magia, de la mala-. Salir a la palestra y decir que las cosas van a ser así o van a caminar por tal lado, es casi siempre un chasco, para el propio pronosticador y para al que le llega y escucha el pronóstico. Como es cuestión de probabilidades, a veces, se acierta, pero poco. Como decía un especialista en Recursos Humanos, las decisiones en una empresa -capitalista- no son de cara o cruz y por tanto, de fifty-fifty, sino que las probabilidades de acierto son muchísimo más bajas que el 50%. Vamos que es mágico llegar a acertar.

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El capital tiene su primer gran límite en su incertidumbre continua, y eso se transmite a la sociedad, que vive en una «continua crisis» -por cierto, no sería malo si sólo fuese una crisis, pero lo que suele ser más tensión, stress, que no crisis; la crisis siempre viene bien para vivir y despertar a la vida-. La tensión está en todos los sitios, también en los hospitales o en las escuelas. Una de las fórmulas de vivir continuamente en tensión-stress es evaluar, evaluar, evaluar, evaluar siempre y en cada momento, que cada cosa que hagamos esté vigilada y evaluada, y nos dé puntos o nos los quite. El baloncesto es el deporte más del capitalista existente, hasta los últimos dos o tres minutos y a veces, hasta el último segundo, no se decide nada, ¡qué gusto, qué tensión, qué nervios!. Es maravilloso, desde el punto de vista del capital y por tanto, también desde el punto de vista del negocio derivado de su retransmisión: todo es posible, todo es incertidumbre y eso que ya han marcado cada equipo más de noventa puntos, pero están 92-91 y sólo ganará el que haga un punto más, queda un minuto y cualquier cosa puede pasar. La tensión se vive en las gradas, la gente se pone de pié -a veces, desde muy al principio-, es plenamente capitalista, tal vez por eso son los USA los mejores, con diferencia: es el mundo de la tensión capitalista, del capital, del último segundo.

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A finales del XIX se forjó en las ideas el marginalismo, parece ser que por tres economistas que no se conocían entre sí, viene a ser el reino de la primera derivada, es decir, de lo marginal, de lo último, de aquello que lo define todo porque ha ocurrido o va a ocurrir inmediatamente. Es la mejor expresión de lo que es el capital: lo marginal convertido en un modus vivendi social y económico. En lo marginal no cabe más que el individuo aislado, la empresa aislada, todos aislados, porque para llegar a la cooperación se necesita mucho tiempo, para llegar a la democracia se necesita mucho tiempo, para llegar a respetarnos unos a otros y a valorarnos positivamente en tu esfuerzo, se necesita mucho tiempo ….. Sin embargo, para implementar una política monetaria no se necesita prácticamente nada: se le da a la máquina de hacer dinero, se suben o bajan los tipos, se abren o cierran las puertas del crédito, ….. y ya está. Si eres neoliberal y de la escuela de Chicago lo tienes fácil, sólo necesitas un gobierno fuerte, si puede ser una dictadura, y ser muy rápido, antes de que la sociedad se dé cuenta de que estamos cambiándolo todo, lo hacemos y se necesitan años -y casi nunca se puede- para recuperar el nivel de bienestar o de ser que la sociedad había alcanzado. En realidad, una política neoliberal trabaja eficientemente la tensión, aumenta la tensión social, individual e institucional y hace casi irreversible la sociedad mínimamente acomodada a la que se había llegado después de años y años.

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Veamos la historia de la Europa de postguerra, y démonos cuenta de lo que costó montar el llamado estado de bienestar, de lo que costó -hasta vidas- alcanzar un cierto status laboral que diese seguridad a los trabajadores, lo difícil que fué conseguir una sociedad como la que llegamos a vivir -en España llegó mucho más tarde, en los años ochenta- en los sesenta o setenta en la mayoría de los países europeos. Pero el cataclismo de los ignorantes, de los simplones, de los autores de segunda fila -me refiero a todos los Chicago boy´s, pero sobre todo a sus representantes en la tierra: la Thatcher y el Reagan- se convirtió en un asentamiento que destruyó los cimientos de una sociedad que crecia de manera estable y cada día nos daba más satisfacciones personales. Rompieron la baraja, y ya no digamos cuando tuvieron la posibilidad de experimentar en países del tercer mundo: casos de Chile, de casi toda Latinoamérica, del Sudeste asiático; más tarde de Rusia, …….

Sociedades que podían dar un paso más hacia el bienestar y que se vieron invadidas -literalmente- por los poderes del capital en forma de dictaduras realmente duras y torturadoras, pérdida de derechos laborales y precariedad laboral y desempleos masivos.

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Si, el capital está muy preparado para «jodernos» sin pedirnos permiso y destruyendo todo lo que habíamos pensado que constituía un futuro para hijos y nietos y ahora es ….. nada. Esto pasó en la supuesta crisis de 2007 y que aquí todavía continua. Seguro que no podemos regresar, sobre todo la parte empobrecida de la sociedad, a los niveles de vida que contábamos antes de 2007. En realidad, 2007 es un gran engaño del gran capital (financiero-bancario) y que aún encima hemos tenido que pagar justos por pecadores, y ellos se han llevado nuestro dinero para seguir siendo los banqueros de siempre. Y fue muy eficaz, ¿para quién? para los bancos que habían engañado y especulado hasta límites claramente ilegales, y que sin embargo, siguen haciéndolo y ahora en posiciones mucho más de poder y ventajosas.

Y para mejor explotarnos, a la gran mayoría, sólo precisa ser él mismo, es decir, ser capital en estado puro: hacernos vivir en tensión, convertir nuestra cotidianiedad en stress y urgente, con alta incertidumbre y sometiéndonos a los temores relacionados con la pérdida del empleo, y ser de esa forma, buenos chicos, bien manejables, etc.

El capitalismo no tiene pasado ni futuro, sólo un presente urgente, y ahí destruye nuestra estabilidad, nuestro equilibrio y nos impide ser realmente humanos, porque no nos deja prever, ni tener futuro, ni planificar algo para nosotros, para nuestros hijos y no digamos ya para nuestros nietos. El capitalismo nos inhumaniza, nos transforma en seres que huyen hasta de sí mismos.

Porque como dijo alguna vez Sigheto Tzuru, el capitasmo no sabe adónde va, aunque si sabemos que camina hacia la acentuación de sus contradicciones, y la mayor de las desigualdades sociales. Es casi incomprensible que con los recursos técnicos y científicos, con el conocimiento que hoy tenemos, vivamos en estas condiciones infrahumanas, seamos sometidos a un stress continuo que no sólo afecta a nuestra salud mental y física, sino que acentúa extraordinariamente nuestros temores y reduce la capacidad de respuesta ante tanta explotación.

Si vives sin pasado, no aprendes, te quedarás en la probabilidad mágica de acertar y no aprenderás de los errores cometidos. Además, pensarás que todo error se convierte en castigo y no hay que cometerlos, porque te estarán evaluando y puedes caer en la marginalidad o la ignominia social. Si vives sin pasado, no habrá continuidad, sólo superposición de cosas nuevas -¿nuevas tecnologías?- que acentuarán la tensión vivida. Si vives sin futuro, todo será negro y en muchos casos, no sabrás porqué sigues o para qué sigues. Tu falta de horizonte, individual o socialmente, se traducirá en una búsqueda permanente y frustrante de sentido de lo que haces, y pocas veces lo encontrarás, si es que es posible.

Puedes refugiarte en la bebida o en las drogas, o en el suicidio o en las separaciones, o en ….. bueno, en realidad, buscarás salidas donde no las hay y las cosas se pondrán peor que cuando nuestros abuelos o tatarabuelos vivían muy mal, en la práctica miseria, pero todavía tenían esperanzas, vislumbraban horizontes y cuentos de la lechera, y la ilusión, aunque fuera en la mayor pobreza, permitía que la alegría estuviese en su vida, y la compartiesen con sus hijos y nietos.

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El capital nos limita extraordinariamente las vivencias de desarrollo a partir de lo vivido, y las ilusiones de un futuro mejor: sólo nos queda un presente cutre, un presente urgente y tenso, una mierda de presente, tan mierda como es el capital. Ya hace tiempo que me pregunté ¿cómo es posible que los que tienen tanto poder y tanto dinero quieran más y más y nunca haya límites para la montaña de dinero del Tio Gilito? ¿Cómo es posible que teniendo tanto, sigan superexplotando a tantos y haciendo que sus vidas estén más y más empobrecidas? ¿Cómo es posible ….. ? ¿Es una enfermedad? Yo diría que sí, es la enfermedad del capital, que no es satisfactorio ni siquiera para los explotadores y capitalistas, porque nunca, nunca llegan a su ambición ilimitada.

¿Tal vez huyen de su propia vergüenza, que tratan de disimular, tirando la pelota para adelante sin ningún sentido? ¿Tal vez huyen de sus «pecados», de sus robos sistemáticos de los demás? ¿Tal vez por esos pecados, necesitan tan cerca una religión para «tranquilizarlos»? Tal vez, tal vez ……

Lo cierto es que capital significa hoy inmediato y urgente, y eso es un límite para el capital mismo y para la sociedad a la cual domina.

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