Despilfarro & Capital

Conflicto y despilfarro

Es fácil despilfarrar. Sin duda, vivimos en una sociedad que ha sido catalogada las más de las veces de “despilfarradora” , entre otras muchas razones porque no atiende tanto las necesidades sociales, sino que crea necesidades –mediante el marketing y confluencias- vinculadas a productos, a la que la misma tensión ambiental y cultural, en que vivimos, acaba transformando (sic) en “deseo” y después en “necesidad”.

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Los deseos suelen ser grandes inductores del despilfarro. “Por desear que no quede”, y cuando hay oportunidad, y a veces, cuando no la hay, se nos impulsa al deseo, mediante técnicas realmente refinadas que “automatizan” nuestro ser, lo movilizan, hacia las cosas que acabamos deseando, tal vez hasta más intensamente que si realmente las necesitáramos. De alguna forma, podíamos decir que “ya está instalado en nuestra cultura”, influida en demasía por la competitividad, por el “ser más”, por la envidia.

Suelen ser cosas que se presentan como distintas, como distintivas, como diferentes, como cualificadoras-evaluadoras de nuestro valer o de nuestro ser, de nosotros mismos o de nuestras familias, y que es fácil que caigamos en la trampa del “mercado”, y despilfarremos por encima de lo que sería que razonable hacer, con las consiguientes ventajas para el Capital: vender más que lo razonable, con una tensión excesiva, hasta haciendo que nuestra vida se someta a sus ritmos y molestias, someternos a “su discurso” y por tanto, subordinarnos y drogarnos con productos constantemente .

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Pero volviendo al comienzo: ésta es una sociedad de despilfarro . Así ha sido llamada por multitud de autores, no sólo en busca de la notoriedad, sino atendiendo a lo que más caracteriza al sistema en su conjunto. Recuerdo, me gusta recordar interrelacionando, a James O´Connor, en un libro paradigmático , en donde hablaba del sistema democrático como altamente despilfarrador, en tanto en cuanto, todos, es decir, todos querían gastar más de lo que podían conseguir para obtener o retener los votos de sus electores, convirtiéndose así en ejemplo supremo el Estado y las Administraciones Públicas en general.

Supongamos que estamos en noviembre, y el presupuesto de alguna parte del Estado no se ha gastado más que en un 50%, cosa nada extraña, más bien normal; entonces, lamentablemente los gestores y funcionarios dan la alarma y proclaman la orden de gastar todo el presupuesto asignado, porque si no fuera así, el próximo año tendrían menos que este año, y eso no puede ser –el poder se mide por el presupuesto que se administra, y si baja, mala imagen daremos de lo que estamos haciendo-. ¿Es eso despilfarro? Ya lo creo, porque lo que no se gastó o se comprometió en más de diez meses, es imposible que se comprometa en uno o dos, a no ser que se gaste por gastar. Porque lo que eso significaría es el que se ha trabajado al 40% todo el año hasta noviembre, y ahora se quiere trabajar casi al 300%. ¿Es eso posible? No. Por tanto, esa forma de gastar es seguro despilfarradora y en parte, favorecedora de corrupciones y amigos, que finalmente “te ayudan a gastar”. Por favor.

Hay cientos, miles de supuestos, donde se aprecia con claridad el carácter despilfarrador del Estado y también, sin duda, del sistema económico que lo ampara. Pero para que insistir con ejemplos. No cabe casi ninguna duda de lo afirmado.

Despilfarro en el núcleo del sistema

Igual ocurre con el sistema que convive con ese Estado, que es su creación. Se emprenden muchos negocios, y casi ninguno pasa la barrera de los dos años vivo. ¡Cuánta energía se ha consumido en ese proceso! Y cuántos recursos que se van a la basura. Para montar una empresa que dure en la competición y que tenga empleos a largo plazo, es preciso que se deshagan nueve o noventa y nueve en dos años …… ¿Se puede despilfarrar más? Pues no.

Es un sistema tan egoísta y corto de conocimiento que sólo se mira como Narciso el ombligo y ni aprecia lo poco productivo que es. Por el contrario, se premia constantemente con excelencias y premios varios sobre lo bien que lo han hecho, sobre todo, cuando han ganado en muy poco tiempo mucho dinero. Claro que ese despilfarro es base del negocio de muchos otros , que probablemente no han aportado demasiado, pero sí han estado dónde tenían que estar y han recogido beneficios de su especulación y corruptelas varias.
Total, que el sistema como conjunto es tremendamente despilfarrador . Y eso es plenamente coherente en el despilfarro, y se difunde y en cierto modo, conlleva a que la gente se mueva en el mismo.

Si has tenido que lograr algo con un esfuerzo importante, es difícil que lo despilfarres, pero si:
– los impuestos son IMPUESTOS, es decir, obligados y autoritarios;
– si los gastos son poco o nada controlados, el resultado es evidente;
– si te conceden una hipoteca y tienen asegurado no sólo el bien hipotecado, que revierte al banco correspondiente, sino que quedas endeudado individualmente para toda la vida y cinco vidas más que tuvieras, ya que normalmente si no puedes pagar tu casa, estarás en paro o casi debajo de un puente, y el dador no es responsable de nada, y se queda con todo;
– si te dicen que te favorecen domiciliando tus facturas en un banco, y luego, si te retrasas mínimamente, por las razones que sea, te cobran una comisión muchas veces el doble que la factura;
– si podemos destruir la naturaleza con un montón de basura, que se acumula en tierras y mares, y nadie es responsable;
– si los campus universitarios siguen llenos de papeles y latas, y más cuando hay un botellón en ellos, celebrando cualquier chorrada, pero siempre, y los profesores piensan que lo que falla es la limpieza, los de la limpieza, pero no los chicos, todos de clases medias o altas, y que dejan sus residuos para que “tenga trabajo el de la limpieza”; si ………

Todo ello es despilfarro, irresponsabilidad y corrupción latente. Y no sólo es que la educación falla, sino más bien que el sistema es así y no le importa la corrupción –sino que en cierta medida le gusta-, no le importa la denigración de la naturaleza –sino que la convierte en nuevos negocios-, no le importa la vida, sino el despilfarro. En el fondo parece que todos queremos ser “señoritos sevillanos” o aspiramos a ello, como horizonte, y de paso, nos comportamos como se supone que lo hacen ellos.

De todas formas, el peor y más impresionante de los despilfarros del sistema y del Estado del sistema es fomentar el conflicto, o en otras palabras, hacer la guerra, estar siempre tirando bombas. Es muy rentable tirar bombas, y sobre todo, traficar con ellas, venderlas y hasta comprarlas, prestar servicios relacionados con la guerra y así. Se podría formular así: “ante el peligro de ´nuestra libertad´ no importa el precio o el coste. Y ahí están los grandes negocios, del gran capital. Ahí es donde realmente se llega a unos niveles impresionantes de despilfarro de fondos, sobre todo, públicos, de aquellos que se financian con los impuestos de todos, y se gestionen por políticos corruptos, puntual o estructuralmente –porque la corrupción es inherente a lo político y a su gestión, como es evidente cuando uno relee “El Principe” de Maquiavelo, ese libro que sirve de guía a la mayoría de nuestros políticos, formados o no en nuestras universidades. El oportunismo, el engaño, ser el más listillo, es lo que finalmente te pone cerca del coche oficial para toda la vida. Cuando les hablo de Confucio o de Sócrates o de Epicuro a mis alumnos de Ciencias Políticas y Sociología, ponen cara de póker y me contestan que no, que no los han leído, que no son de nuestra cultura.

El conflicto, y no digamos la guerra, tiene un gran porvenir de cara al despilfarro. Además, el conflicto da miedo, y con el miedo, ansiedad, y cuando uno está ansioso y quiere resolver algo, termina por gastar más …. Dicen que de ansiedades se nutren los grandes almacenes en sus ventas. No tenemos que figurarnos mucho después de la malhadada guerra de Irak, de los tres magníficos (Bush, Blair y Aznar, o Aznar, Blair y Bush, que tanto monta, monta tanto), y todos los prejuicios directos e indirectos que causó y sigue causando. Es terrible pensar que una mentira evidente (las famosísimas “armas de destrucción masiva), se desencadenó un conjunto de monstruosidades que han destruido una buena parte de la zona, muchos de sus habitantes y desarticulado casi de forma completa una mínima estabilidad, que ya tal vez no será posible en décadas, dado que hoy la inestabilidad y el conflicto se han acentuado más y más. ¿Qué hacemos preparando a los que después han constituido ese ISIS terrible que hasta llega a tenernos en constante estado de excepción?

Todo eso en el fondo, mirando bien y con detenimiento, analizando y comprendiendo es “desperdicio planificado” y un gran negocio para los que participan en él . Todos los participantes directos y muchos indirectos se han beneficiado del miedo, del conflicto, de la guerra, de las “armas de destrucción masiva”. Pocos beneficiados, pero muy beneficiados: ¿qué es eso? El capital de la globalización que se parece mucho al capital industrial y al comercial. Es sólo cuestión de difusión de noticias y de información. Ahora se conoce más lo que ocurre.

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