De la armonía y la barbarie

Uno siente la belleza cuando está a su lado. Se respira armonía, se siente la armonía.

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Los parques y bosques orientales -conozco algunos chinos, y te invaden, te impresionan plenamente- parecen de otro mundo, tan llenos de armonía, entre naturaleza y nosotros mismos como parte de la misma. Son parques diseñados, pensados, nacidos del conocimiento de la naturaleza. Casi siempre con un lago que los circunda, alguna pagoda, tal vez a lo lejos, gente amable que te saluda, aún sin conocerte. Es probable que hasta esa amabilidad puntual se deba a esa armonía.

¿Es posible deleitarnos en la armonía de una iglesia románica? Si, claro, pero ¿iríamos a visitarla si la guerra estuviera presente en nuestro entorno y nosotros o los nuestros fueran parte de ella? ¿Nos parecería igualmente armónica o probablemente algo que es un símbolo de otra religión que a su vez nos han dicho que nos han sojuzgado en el pasado o ahora mismo? ¿destruiríamos la belleza de su armonía, de sus arcos, y todo porque sí? Pues más que probablemente.

Y si fuéramos inmigrantes en esas tierras, y viviéramos razonablemente en paz, y fuésemos de otra religión, ¿respetaríamos y sentiríamos la armonía de esa iglesia románica? Más que probablemente, muchos de los nuestros la visitarían y gozarían de la intensidad y al tiempo de la intimidad en que nos imbuímos al entrar; otros, es probable que no se atreviesen a entrar por eso de que son de otra religión, pero no pensarían en destruirla, sino que dirían: «es bonito, a ver si nosotros somos capaces de imitarlo». Y si se produjese un incendio en una casa colindante y se empezase a quemar, y fuéramos vecinos, ¿ayudariamos a apagar el fuego o nos meteríamos en nuestras casas y dejaríamos que los de esa iglesia hiciesen todo el trabajo? Pues más que probablemente, la respuesta es no, sino que participaríamos y nos sentiríamos orgullosos de haber ayudado a otros, pero seres humanos como nosotros.

De todas formas, lo dejaremos ahí como una incógnita, que dados los tiempos en que vivimos …. cada día es más difícil de despejar, porque cuando se desata la barbarie y ésta se apoya en una religión, mejor nos apartamos lo más posible. Lo contrario es volver a vivir una época tan oscura -más que oscura, negra- como fueron los diez o doce siglos de la terrorífica Edad Media, que más que media fue entera-mente lamentable, y todo gracias a las religiones y especialmente a aquellas que se convirtieron en religiones de un sólo dios, siempre muchísimo más peligrosas que las politeístas. Esto es como los monopolios, cuando todo depende de un monopolio, todo es explotación, mala calidad y sometimiento; en cambio, cuando hay alternativas al monopolio, y se distribuyen los dioses, es más posible migrar de uno a otro o pasar de lado. Lo peor sin duda, en la historia es cuando Estado e Iglesia forjaron monarquías teocráticas, de las que todavía tenemos bastantes ejemplos.

Pienso que los occidentales tenemos instrumentos más perfeccionados de guerra, también financieros, también tecnologías, pero ….. nuestro equilibrio, nuestra armonía es precaria, y nuestro pasado también, e igualmente la incertidumbre está en nuestro futuro. Todo pueblo dominante en cualquier época, es tal vez el más bárbaro de todos, el que muestra menos respeto por lo diferente, que se enfada por cualquier cosa, y que construye su «bienestar» sobre la muerte de los otros. Todavía somos demasiado bárbaros ….tal vez por eso seguimos destruyendo, aunque luego digamos que han sido otros, al parecer, más bárbaros que nosotros, lo cual es posible, pero si no metiéramos la nariz donde nadie nos había llamado, tal vez las fuerzas de la barbarie en nosotros y en ellos no se hubieran desencadenado con tal fuerza auto-destructiva.

Y finalmente me gustaría dejar una cosa clara: la historia de la humanidad es la historia, hasta ahora, de cómo los más bárbaros han dominado un porcentaje más o menos grande del mundo. Hasta ahora no ha habido ningún Estado que haya podido dominar todo el mundo, aunque los actuales dominantes, los bárbaros actuales según mi denominación, casi han llegado a hacerlo. Pero no han podido pacificarlo a su gusto y a su cultura, aunque sin duda han avanzado más que los romanos en su tiempo. Y siguen con guerras aquí y allá, que por cierto, como siempre ha sido, permiten a los dominantes, saquear a los que son dominados -llevarse tesoros, especular con su arte, crear nuevos mercados para el arte del bárbaro de turno, …. -, y por supuesto, generar empleos y sobre todo, beneficios para sus bárbaros más especializados y sin moral.

En la época de los romanos, los germanos acabaron siendo los cuidadores de las fronteras y los grandes brutos de esa humanidad, fueron los primeros ejércitos mercenarios permanentes y que luchaban por una paga y por todo lo que podían saquear y no se quedaban los jefes. Poco a poco, una buena parte del ejército romano, incluidos los generales, eran germanos, y fue entonces cuando la ambición desencadenó más de una disputa interna. Pero esa es otra historia, y para qué entrar en ella.
Me interesa resaltar que los bárbaros o sus descendientes han siempre dominado el mundo dominable, o lo que es lo mismo, los más ignorantes han sido los dominadores. Por eso, siempre y según se van haciendo más ignorantes, excepto para los artefactos de guerra, donde ponen su poca inteligencia a ese servicio, según se van haciendo ignorantes, hay un punto en que necesitan recuperar o asumir alguna religión, alguna mística, alguna magia que los ampare, que los introduzca en un mundo mágico, porque es claro que hay un punto en que si no creen en magia y en cuestiones sobrenaturales, no pueden comprender en el lío que se han metido. Con lo sobrenatural, como hicieron los bárbaros (godos) en España, se sienten con más fuerzas para la guerra y con más razones para acabar en el paraíso por sus «buenas acciones», defendiendo a su dios. Y siempre, en la historia, cuando surge una fuerza enloquecida por la fuerza y por lo sobrenatural, surgen otras fuerzas opuestas, como en la antítesis hegeliana, que luchan hasta el final para que su dios sea el honrado. Como en una guerra no gana nadie, ni aún el que la gana, al final y cuando se agotan mutuamente, se quedan durante un cierto tiempo recuperándose del esfuerzo, reubicando sus estrategias y por desgracia, volviendo a intentarlo unos años después.

No, tal vez Marx se equivocó con su definición de la historia de la humanidad y tal vez no sea tanto la historia de la lucha de clases, sino más bien, la historia de cómo los bárbaros han ido destruyendo con mayor o menor intensidad las conquistas de la civilización y del conocimiento, y cómo de vez en cuando nos hacen regresar a la Edad Media, a esa época oscura que, como la que se vislumbra, ha sido hasta hoy la forma normal de vida, en la que los mismos siguen sufriendo de los errores de los más bárbaros, y son en el fondo y en la forma, sus esclavos, sus subordinados, sus mayorías silenciosas.

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