Del ¿dónde estamos? a la Acción y organización

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Del ¿Dónde estás/estamos? a la Acción y organización

Siempre me ha gustado iniciar cosas , pero al tiempo me paso los días u horas previos nervioso, inquiero, hasta duermo menos de la habitual. Me motiva la incertidumbre, pero me muevo en un mar de dudas. Todas las veces, me he atrevido y ha salido bien, casi el 100% de las veces, y cada día mejor.

Las dudas, las incertidumbres, los miedos, se van resolviendo hasta cierto punto con experiencia y convenciéndote de que las cosas pueden ser mejores o todavía mejores, pero …. Siempre hay un pero, que se presenta no sólo el primer día, sino todos los comienzos de todas las clases, aunque de formas realmente distintas, por lo que no es muy fácil tener un patrón, ni tampoco me valdría mucho, dada mi forma de ser: estoy seguro de que no me he repetido nunca, ni que soy capaz de repetirme.

Muchas veces, me han dicho otros profesores que no lo entienden, si el auditorio es diferente a cada curso o cada año, pero la cuestión es que no me gusta repetirme, y seguro que me repito mucho más de lo que me gustaría si me viera en un video .

Saber dónde estamos: un punto obligado de partida

Iniciar las cosas es saber dónde estás y decidir qué hacer previamente y entonces planificar un espacio de comunicación sobre el que se va a desarrollar esos primeros días. En ellos vas a organizar todo el curso. Lo que hagas esos primeros días es el curso básicamente, es el ejemplo del curso, lo cual significa que esos primeros días estás no sólo haciendo algo, sino sentando las bases de todo el curso . Por tanto, no es baladí, sino muy importante.

¿Dónde estás? En un espacio que se ha de desarrollar como “de aprendizaje”, pero eso significa previa y al tiempo, “de intercomunicación”, “de interacción”, “de relación”. Dice uno de los ponentes que el alumno puede pensar para ese primer o primeros días: “no puedo meter la pata”, es decir, prudencia para evitar conflictos o que te vean mal; también dice que el profesor necesita de “una buena relación con los alumnos”. Sin duda, ambas partes, en momentos tal vez distintos, piensan que es preciso lograr una buena relación y ese es el núcleo del asunto:

¿Cómo empezar organizando un espacio de buenas relaciones, un buen ambiente que nos permita hacer más fácil todo el resto del curso? Un espacio donde los intercambios fluyan, donde la comunicación en todos los sentidos haga posible unas posiciones de confianza entre todos, de cierto optimismo y de conocimiento mutuo, que favorezca el aprendizaje.

Y así descubrimos que estamos en una red de relaciones por determinar , en el sentido, de que son nuestros deseos hasta mutuos, pero tenemos que hacer mucho para llegar al buen ambiente que aspiramos.

Otro aspecto del ¿dónde estamos? a tener en cuenta y puede ser importante es: si es el primer cuatrimestre, llevamos al menos dos meses de “bartola” –aunque unos y otros hayamos mirado cosas, siempre en verano nos relajamos con novelas o sencillamente con fiestas y más sol del habitual, casi siempre nos reencontramos morenos, tendiendo otra vez al blanco, y con muchas experiencias de vida o expectativas frustradas de un verano que nos ha desengrasado-, pero al tiempo volvemos motivados –una gran mayoría- por volver a encontrarnos con las aulas, con volver a encontrarnos con amigos o compañeros, con aprender cosas nuevas, ….

Estamos de alguna forma renovados y tenemos las “pilas cargadas” para “volver a empezar” . Por una parte, vamos a vivir un espacio de interrelaciones, de relaciones que hay que forjar de nuevo; y por otra, estamos en general motivados para recibir y para participar en cosas novedosas que nos hagan vibrar, dado que el verano ya cumplió su función de hacernos descansar, y hasta al final ya empezaba a ser aburrido con eso de casi no hacer nada .

Primer horizonte: relaciones

Y nos vamos a encontrar todos, siendo una masa en cierto modo informe, sin conocernos en su mayoría, en la idea de aprender cosas nuevas o tener relaciones nuevas que nos permitan seguir adelante con nuestro proyecto. Está claro, en todo caso, que el primer gran horizonte de los primeros pasos de un curso es conseguir un espacio de interrelaciones fluido, rico en determinaciones, en interés, en amor por lo que se aprende, y que todos nos conozcamos mejor cada día. En definitiva, un buen ambiente.

En unas primeras tomas de contacto, precisamos de varios “materiales” o recursos: el primero, sin duda, un plan, un plan que ha de proponer o hasta ahora siempre propone el profesor; el profesor es la oferta, a él le corresponde proponer, luego verán los alumnos si lo “compran”, “demandan” o no, y si están a gusto, muy a gusto o nada a gusto con el desarrollo del plan .
Normalmente, el profesor se centra en los objetivos concretos del curso y da muchos detalles de cómo se va a desenvolver . Pienso que es una estrategia regular, a pesar de que la mayoría de los profesores sea la elección que hacen para empezar.
Soy más partidario de engancharse, tomar la motivación que hay en el aula ese primer día y proyectarla hacia un horizonte, un sitio al que nos gustaría estar a todos, pero que no vamos a llegar, pero nos llena de ilusiones (por ejemplo, sería irse a los atolones del Pacífico, como Gauguin). A todos nos gustaría acercarnos al horizonte, es tan bello, debe ser tan bello cuando nos acerquemos. Lo malo es que nunca llegaremos, aunque sí a conseguir objetivos.

No son lo mismo objetivos que horizonte. El horizonte nos llena de ilusión , los objetivos pueden hasta cabrearnos desde el primer momento porque el profesor quiere hacer exámenes y no nos gustan los exámenes. El horizonte tiene que ver con perspectivas o cosas que nos gustaría vivir.

Segundo horizonte: saber más del mundo, de hoy

Curiosamente, y en general, no entendemos nada –o muy poco- de lo que pasa en el mundo. Está muy cargado, tiene un montón de conflictos, nos muestran muchos muertos aquí y allá, hay como bandas que están continuamente en oposición cerril, y además, hay muchos latrocinios, muchos asesinatos y homicidios, mucha gente corrompida, y tenemos una imagen deteriorada de la misma imagen, tanto que nosotros que somos universitarios y que tendríamos que vivir sabiendo lo que ocurre en el mundo , tendemos a obviarlo y olvidarlo en nuestra cotidianidad. Sabemos que es una asignatura pendiente, pero lo retomaremos cuando seamos más mayores y entendamos lo que ocurre.

Tercer horizonte: que nos consulten, que nos tengan en cuenta

Otra cosa que podría motivarnos es que nos pregunten. Si, en lugar de proponernos cosas y a hacerlas, nos gustaría participar en el proyecto. Comprendemos que hay una división del trabajo básica y que esa tarea le corresponde a los que nos forman, a los profesores, y a los que han diseñado los programas, pero nos gustaría participar de alguna manera, porque cuando nos cuentan sus proyectos, hay muchas cosas que nos chirrían y otras que no se tienen en cuenta y sin embargo, nos sentiríamos más a gusto si las contemplasen.

Y más si cabe si ya soy un alumno ya de segundo o de tercero o cuarto, cada vez necesito de más participación en lo que hago. He ido adquiriendo conocimientos para ser libre, pero al final, siguen siendo los profesores los que marcan las pautas y a mí no me preguntan, y eso me desmotiva de mucho a bastante .

Cuarto horizonte: que aprendamos a trabajar con otros (en grupo)

También tenemos un problema de fondo, que no siempre aflora en la mayoría, pero que percibimos en nuestras respuestas al programa todos los años: y consiste en que hasta ahora no hemos conseguido que los grupos de trabajo en que nos hemos metido, hayan funcionado. Al final,

– no se participa como se debería, todo se convierte en un cortar y pegar “bien forjado” para que no se den cuenta;

– las relaciones entre nosotros son más de conveniencia que de confianza y apoyo mutuo;

– más de una vez la cosa ha acabado mal, y alguno se ha caído del grupo o lo hemos tenido que echar porque no hacía nada o porque estaba en otra onda.

En definitiva, tenemos una asignatura pendiente , que aunque pocos la sintamos, porque nos hemos acostumbrado a una dinámica en cierto modo tramposa de hacer las cosas, no, no sabemos abordarla y casi siempre cuando nos dicen que hagamos trabajos de grupo, sabemos que no va a funcionar y que muchas veces hasta es mejor y algunos piensan que es mucho mejor hacer las cosas por tu cuenta, que más bien estamos encubriendo a algunos que no quieren trabajar y que nos utilizan para aprobar y para sentirnos desmotivados por su conducta. Algo muy importante falla en el formato de los grupos de trabajo tal y como los planteamos y experimentamos. “Alguien tendría que hacer algo para remediarlo”.

¿Qué tenemos que experimentar? Y ¿cómo hacerlo?

Por tanto, el dónde estamos estructural nos dice que:

a) se trata de un espacio de relaciones, y que el ambiente está en función de la calidad de las interrelaciones y su fomento. Que nunca vamos a llegar a una situación ideal, tipo Utopía de Tomás Moro, pero podemos avanzar en la calidad y cantidad de relaciones y conocimientos entre todos;
b) que nos ayuden a comprender la realidad, sabemos demasiada historia y poco de actualidad;
c) el sistema educativo español pregunta poco al estudiante . Y queremos participar: es un horizonte para todos o tendría que serlo. Ya sabemos que no puede ser tanto como en principio nos parece, pero tenemos que avanzar: tenemos que ser preguntados, y nuestra opinión tiene que valer, tener valor, no precio, sino valor para los demás y nosotros mismos; y
d) queremos aprender a trabajar en grupo o algo así que nos permita colaborar, cooperar. Vemos que muchas opciones hasta de salidas profesionales están relacionadas con la economía social y cooperativa y sin embargo, cada vez que nos metemos en un grupo, extrañamente funciona bien. Nos gustaría aprender a cooperar, a colaborar, a forjar grupos de trabajo.
No todos los estudiantes piensan/pensamos lo mismo, ni tampoco los profesores. Cuando se forja un buen proyecto, es preciso apostar por una posición . Hay muchas incertidumbres, pero serán más si no sabemos dónde estamos. Definiendo el ¿dónde estamos? sólo con estas cuatro variables, tenemos muchos posibles horizontes, bien convirtiendo a cada una en horizonte, o bien mezclándolas.

Cada cual, cada profesor o grupo de profesores, puede hacer el mix que más desee/deseen, ya somos todos mayorcitos y se supone –y es cierto, sobre todo, en nuestra materia- que sabemos. También se puede y hasta se debe preguntar a los estudiantes, y existen fórmulas para hacerlo como veremos más abajo.

En este prólogo voy a operar con esas cuatro que he propuesto, y las voy a combinar para definir un horizonte que los alumnos vean como motivador y al tiempo que facilite un espacio de aprendizaje activo y productivo/eficaz .

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