El grupo siempre ha de tener una tarea y un horizonte.

Es decir, tiene que saber que está en un proyecto a medio-largo plazo y recordar el proyecto y su sentido; y que cual es el papel que juega la tarea-objetivo que está abordando en cada momento en el conjunto del proyecto. De vez en cuando “es preciso hacer consciente lo que se hace, es decir, por qué se hace lo que se hace”. Claro que no hay que explicarlo a cada momento, sino de vez en cuando; una vez cada reunión está bien. Por ejemplo, a modo de introducción o a modo de resumen.

Es más eficaz lo que decimos cuando se ha vivido una experiencia, pero es preciso construir un espacio consciente y es preciso anticipar lo que se va a hacer y por qué se va a hacer, aunque su eficacia en el grupo sea en las primeras etapas muy baja, porque todavía no se tiene experiencia .

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El grupo tiene que tener una tarea en el aula, en las reuniones grupales y en los tiempos fuera del aula . Algo para leer y algo para hacer, sobre todo práctico y específicamente, de análisis de lo que pasa, de planificación de lo que se tiene que hacer o de ejecución y puesta en marcha de lo planeado.

El grupo además, tiene que tener un horizonte estratégico. Saber porque hace lo que hace. El horizonte juega el papel de “holding”, de factor de pertenencia, y ha de ser explícito y hablado; hay que evitar la magia de lo desconocido, que exige una interpretación de cada uno según lo vive. Es preciso compartir un lenguaje común hacia un horizonte: en este proyecto, el horizonte es hacerse útiles y aprender integrándose en la empresa, construyéndose y aplicándose a ser los mejores profesionales. Ese es el poniente hacia el que hay que encauzar los esfuerzos.

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4 comentarios en «Innovación y Grupo»

  1. Esto pode ser moi interesante de cara o Proxecto feito dentro do equipo. Saúdos. Héctor do o Curso de Directivos 1/2008

  2. Podes completalo en outras entradas de este blog, buscando por grupo de trabajo ou tamén no meu libro: «Innovación y Gestión del Conocimiento», capítulos dous e tres. Una aperta, Roberto Carballo

  3. En función de alumno del profesor Roberto Carballo no puedo decir nada más que gracias por transmitir a los alumnos conceptos tan importantes como los que en esta entrada se tratan.

    A priori puedes pensar que son cosas muy sencillas, de sentido común, pero lo cierto es que estos conceptos hasta que alguien te hace ver la importancia que tienen ni se te pasan por la cabeza.

    Considero que es necesario tener fines en la vida, saber hacia donde vamos, e intentar utilizar los medios que harán que alcancemos dichas metas. Estos medios pueden llegar a transformarse a su vez en objetivos a corto plazo, ya que sin ellos nunca llegaremos al tan preciado objetivo final.

    ¿Como veo yo que influye esto en el trabajo en grupo?
    La frase «no se puede empezar la casa por el tejado» lo resume perfectamente. En un grupo todos tenemos un papel que realizar aun sin darnos cuenta, nuestras cualidades así como los intereses individuales, son muy diferentes, por esto mismo al trabajar en grupo, ponemos nuestro granito de arena para complementarnos unos a otros, y es esto lo que acaba creando sentido de equipo.
    En todo equipo siempre acaba existiendo un líder, alguien que toma la batuta y a quien todos parecen escuchar. El problema puede venir cuando se presentan más de un líder en un grupo, varias personas con ese instinto. Por norma general hay dos tendencias en estos casos: la primera, diversificación del trabajo (puede ser muy eficaz pero a la vez inconexo), y la segunda, la superposición de uno sobre el otro (esto puede traer problemas en el grupo). Por estas y otras muchas situaciones, es necesario saber dirigir a los integrantes de un equipo y hacer que todos caminemos en la misma dirección. Para ello considero imprescindible ponerse en la piel de los miembros del grupo e intentar entender que inquietudes o sensaciones se transmiten en su interior.

    Como se comenta en el artículo es imprescindible controlar los factores externos y como estos pueden influir en la dinámica del grupo. Por ejemplo, variaciones en los tiempos de ejecución, altas o bajas en el grupo, novedades en cuanto al tema de estudio… Hay que tener todo previsto (es realmente difícil)

    Considero que quienes son capaces de lidiar con solvencia con tanta variable son auténticos genios.

  4. ¡Qué no falte tarea, pero que la tarea no esclavice!. Compruebo que los profesores se han lanzado a la idea de «más tarea», que viene a ser lo mismo que lo de Groucho Marx de «más madera, es la guerra». Han descubierto que hay que presionar, que presionando se consiguen cosas, y se han lanzado a un agobio «sin cuartel» del alumnado, que no tiene así tiempo para nada, ni para pensar, que probablemente también es de lo que se trate. La tarea ha de ser algo superior a lo posible y conveniente, pero no tanta que produzca agobio, cansancio estructural y dependencia, al buscar fórmulas sin pensar, fórmulas que resuelvan el tema, pero que no añadan calidad al aprendizaje. Creo que ya es hora de que los profesores se piensen dos veces cuando introducen una tarea nueva al alumnado: los estamos machacando y de forma acelerada. Podemos romper su equilibrio ecológico. Y los profesores tendrían que empezar a trabajar en grupo, porque si todos presionamos, sin mirar al de al lado, el resultado va a ser un aumento agobiante de la presión, y entonces, donde estará el pensamiento, donde estará el aprendizaje, donde estará el sentido de aprender. Se necesita ritmo para aprender. Mucho ritmo, como ocurre cuando es época de exámenes, es igual a casi nada de resultado de aprendizaje; poco ritmo, como suele ser a lo largo del cuatrimestre, equivale a perder mucho tiempo en no conseguir nada, y distraernos de la tarea principal. El tiempo de aprendizaje es para aprender y el de ocio para disfrutar de otras cosas. Aprender tiene que ser un disfrute, algo que se hace con ganas, con estímulo, con motivación. La tarea bien hecha nos tiene que llenar de ganas de gozar, de disfrutar de la libertad conseguida aprendiendo. Pónganse de acuerdo los profesores de cada curso, sobre la intensidad de sus programas, y no produzcan atascos, que ya los he visto en buenos alumnos, atascos, tensiones, estrés. Esta bien presionar más de lo que estamos acostumbrados, pero de pronto, no nos pongamos todos al mismo tiempo. Porque en el fondo, hay dos patologías que se pueden estar dando: a) mi asignatura es tan importante como la de otros o más, y tengo que exigir más, no voy a ser menos; b) cuanto más exijo, más aprenden. Y nunca es cierto que mi asignatura es más importante; tampoco es cierto que exigiendo más se aprende más, sólo se tiene un recuerdo inadecuado: se acuerda uno de lo malo, del Castañeda de turno, y no lo puede hacer, como son los buenos recuerdos, pensando que era un profesor fabuloso, sino que se recuerda porque era un «hueso» y ¡qué mérito tuve aprobando!.

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